“Para entender la lengua del presente es condición sine qua non conocer la lengua del pasado”. Elena Rodríguez Tejada
Es evidente que el latín nos ayuda a entender mejor nuestro idioma. Por eso queremos fomentar su aprendizaje y pretendemos llegar no solo a los alumnos de Formación Reglada que tengan que estudiarla obligatoriamente si no a todas aquellas personas que tengan un Interés especial en él.
Por eso, en la Asociación de Profesores de Madrid podrás elegir el método que mejor se adapte a ti y trabajaremos:
- La motivación cuando estemos en la fase del libro de texto porque tendrás un montón de memorización que hacer: declinaciones, conjugaciones, vocabulario… y, no hay atajos.
- La sintaxis española para poder traducir con coherencia enunciados y textos.
- Las reglas fundamentales de evolución fonética del latín al castellano pues el latín es un idioma con un vocabulario relativamente pobre por lo que si aprendemos los procedimientos de formación de las palabras y su evolución histórica, en poco tiempo, podremos prescindir del diccionario y podremos aprender a relacionar palabras con su étimo latino.
- Los aspectos relevantes de la cultura y civilización romanas utilizando diversas fuentes de información para valorar más si cabe nuestro patrimonio cultural y artístico.
Y trabajaremos para que alcances el objetivo principal; pasar más allá de la traducción de enunciados a poder comprenderlos instintivamente.
LENGUA UNIVERSAL
Desde que se escribió el primer texto que conocemos en latín, la Fíbula de Preneste, en el siglo VII antes de Cristo, el latín se desarrolló como cualquier lengua, dejando sus huellas en autores antiguos, que conocemos apenas por fragmentos. Más tarde, aparecerían los textos de Catón y las comedias de Plauto y Terencio, es posteriormente cuando comienza la llamada fase clásica de la literatura latina: César, Cicerón, Ovidio, Horacio, Virgilio, Cátulo. Y más tarde vendría la traducción latina de la Biblia hecha por San Jerónimo, cuyo estilo inspira toda la Edad Media en la que el latín adquirió su status de lengua universal, status que se consolidaría en el Renacimiento cuando el latín fue el modelo sintáctico y de estilo para el desarrollo de las lenguas modernas, y del propio esquema gramatical sobre el cual son descritas. Hasta no hace mucho tiempo, no sólo las misas, sino también las descripciones de la Botánica y la Zoología eran en latín; los nombre científicos lo son hasta hoy.
Por eso, hay que admitir que en el siglo XXI, dominado por la tecnología y el valor de lo inmediato, parece extraño y hasta anacrónico el estudio del latín, una lengua cuyo estudio requiere atención, dedicación, esfuerzo y conocimientos de sintaxis del español. Sin embargo, en la Asociación de Profesores de Madrid creemos que todo depende de cómo afrontemos la cuestión pues con el latín, aprenderemos a conocer mejor la historia de nuestro idioma, que contiene misterios interesantísimos. Nos permite ampliar nuestro vocabulario pues asociamos palabras que desconocemos por su étimo latino. Aprendemos gramática que es la arquitectura de nuestro pensamiento y nos permite armar todo lo que pensamos, sentimos y decimos. El latín además nos sirve como trampolín para sumergirnos más profundamente en nuestra visión del mundo, en nuestra manera de pensar, en nuestra vida. Aquel que entiende bien el mensaje que el latín trasmite en sus textos se cuestionará mejor y verá que antes de nuestros valores hubo otros, muy diferentes, pero perfectamente coherentes, que merecen nuestra admiración y respeto.
Por otro lado y lejos de ser retrógado, el estudio del latín asociado al estudio de la vida social en Roma nos permite vislumbrar cuántas cosas cambiaron y cuántas permanecen sorprendentemente con la misma forma que tenían entonces, muchas veces apenas con otro nombre. De hecho de “lengua muerta” el latín no tiene nada pues está en nuestra vida cotidiana cuando enviamos por ejemplo un curriculum vitae. Esta lengua calificada como «muerta» está presente en las tecnologías, como en la fecundación in vitro, en la palabra aplicación, en la palabra virus, en digital, en la expresión bajar un archivo… Muchas palabras que nos llegan del inglés vienen en realidad del latín, como el horrendo anglicismo deletear. O se recurre a él para nombrar conceptos. Así por ejemplo, El marinero es nauta, que revive en astronauta, cosmonauta o internauta. Marineros que navegan los astros, el cosmos o internet.
Está tan metido en nuestra lengua que hasta se confunde con ella: ídem es latín, así como grosso modo, per cápita o etcétera y hasta la expresión alias, Está entrañado en el español en palabras y expresiones como a priori, alter ego, Homo sapiens, lapsus, modus vivendi, statu quo, sui generis…
Por tanto, la cuestión no es aprender o no el latín, él ya convive con nosotros. Con el latín aprendemos que las irregularidades y las temibles excepciones de las gramáticas no son ni irregularidades ni excepciones y que todo adquiere una lógica más diáfana y previsible, aprendemos además a ampliar nuestro horizonte lingüístico pues facilita el aprendizaje de otras lenguas. En definitiva, desde la Asociación de Profesores de Madrid tratamos de volver a poner en valor el latín como lengua de cultura.

Profesora: Elena Rodríguez Tejada
Categorías: Primaria, ESO y Bachillerato
Contacto: elenatejad@gmail.com 678401343